reloj de sol
Telón Romano
Joaquín Pérez Azaústre | 13.02.2009
JOSÉ Luis Pastor, pintor amigo
y escritor oculto, tiene el beneficio de los ojos. De hecho, hubo un tiempo en que las galerías más importantes de Madrid le requerían por sus fotografías, pero no por sus cuadros. Ninguno de sus
amigos lo entendimos entonces, porque ya conocíamos ese recorrido sombreado, bajo un sfumatto voluntario que era un graffiti más minimalista, que le había hecho triunfar con sus exposiciones
individuales A la deriva, El mundo de las creencias o La edad de oro, que eran la decisión de una trayectoria plena de referencias ochenteras, pero también el marco de una
indagación de identidad, ese latido oculto tras la verdad visible. José Luis Pastor había triunfado ya como pintor, y la verdad es que joven, y había disfrutado de las becas más importantes, de la
Casa Velázquez, de la Academia de España en Roma y de la Residencia de Estudiantes, en Madrid, y había pisado Arco como sólo la pisan los artistas que saben valorar el valor único del papel de
periódico leído al día siguiente.
Con todo esto, cuando a José Luis Pastor comenzaron las galerías a pedirle la exposición de sus fotografías, algunos de sus amigos pudimos extrañarnos. Todos sabíamos que la fotografía era en José
Luis el soporte vital de su pintura, esa orografía craneal que luego era el trasfondo de los cuadros, porque el suyo era un empeño modernista por rescatar la atmósfera dorada de las grandes
conquistas de lo urbano, de las fachadas y de los aeropuertos, de los aviones y del gran misterio que acecha entre los límites de un tiempo que ha exilado al hombre de su entorno. Así, a José Luis le
pedían las fotografías mientras él seguía pintando, pero fue entonces cuando comenzó a escribir. Tuvo dos referencias: Walter Benjamin y Riff-Raff, esa gran revista hecha en Zaragoza que
aborda los perfiles de la creación cosida al pensamiento. Ha sido precisamente en una nueva editorial, nacida en Zaragoza, donde ha publicado José Luis Pastor el resultado de esa introspección: se
trata de Telón Romano, su primer libro de poemas, que puede así entenderse como un álbum de fotos surrealistas, plásticas y duras, enlodadas y eléctricas, que han protagonizado el tránsito
sentido entre la palabra y la imagen, entre la imagen ya vuelta palabra, con Roma como escenario de transustanciación. Telón Romano, publicado por Ediciones de la Librería Cálamo, no es el
libro de poemas de un pintor riguroso, sino que supone el nacimiento de un poeta genuino preñado de conceptos como puños, de palabras quebradas como estampas mecidas en la luz introspectiva de una
revelación. La poesía de José Luis Pastor no es un renacimiento, sino un relanzamiento de la imagen convertida en corteza iridiscente de cualquier planteamiento literario. Celebramos el nacimiento de
un auténtico poeta que también es pintor en carne dura.